
Edward Hopper

El pintor estadounidense Edward Hopper fue uno de los principales representantes del realismo del siglo XX. A pesar de que durante gran parte de su vida su obra pictórica no recibió la atención de la crítica ni del público y se vio obligado a trabajar como ilustrador para subsistir, en la actualidad sus obras se han convertido en iconos de la vida y la sociedad moderna. Estudió en la New York School of Art con William Merrit Chase y Robert Henri. Desde muy pronto se interesó por la cultura y el arte europeo, en especial por la obra de Edgar Degas y de Édouard Manet. Desde 1910 residió de forma permanente en Nueva York. En 1924 se casó con Jo Nivison, quien posó para él en numerosas ocasiones y elaboró durante toda su vida un detallado registro de su obra. En un primer momento se relacionó con la denominada American Scene, un grupo heterogéneo de artistas que compartían un mismo interés por temas de América, pero pronto Hopper desarrolló su personal estilo pictórico. Su carácter taciturno y sus formas austeras, tuvieron un fuerte reflejo en su obra, que se caracteriza en su conjunto por la simplificada representación de la realidad y por la perfecta captación de la soledad del hombre contemporáneo. A través de su pintura nos acercamos a la América de la Gran Depresión, que para él simbolizaba la crisis de la vida moderna. El tratamiento cinematográfico de las escenas y el personal empleo de la luz son los principales elementos diferenciadores de su pintura, la mayoría de sus temas pictóricos representan lugares públicos, como bares, moteles, hoteles, estaciones, trenes, todos ellos prácticamente vacíos para subrayar la soledad del personaje representado. Por otra parte, Hopper acentúa el efecto dramático a través de los fuertes contrastes de luces y sombras. Hacia 1930 aumentó considerablemente su fama y fue en 1967, cuando empezó a ser reconocido como uno de los grandes maestros del arte del siglo XX y no sólo como un ejemplo de la pintura realista americana.