Jackson Pollock y Andy Warhol han sido leídos históricamente como opuestos —el primero,
símbolo de la pintura gestual y abstracta; el segundo, icono del pop y la reproducción serial—.
Esta muestra nos invita, sin embargo, a desmontar esa dicotomía y a descubrir los puntos en los
que sus caminos se encuentran, revelando un hilo de continuidad entre ambos.
Aunque la historia del arte nos ha presentado a estos artistas como figuras distantes y contrarias,
en realidad sus intereses y preocupaciones pictóricas avanzaron en paralelo. Ambos exploraban
el espacio, la repetición, la abstracción y la serialidad. Sus huellas caminan en direcciones
afines, aunque lo hicieran de maneras estilísticamente distintas. Warhol admiraba a Pollock y
ambos compartían la preocupación acerca de cómo reinventar el espacio en la pintura. Sus
obras no se limitan a representar objetos o escenas, sino que juegan con la relación entre figuración
y abstracción, fondo y figura, capas y superposiciones.
La exposición gira en torno a este diálogo entre ambos pintores, núcleo que se amplía con las
aportaciones de otros artistas de su tiempo. Reúne más de un centenar de trabajos —pinturas,
fotografías, serigrafías y otras técnicas— procedentes de colecciones internacionales como
el Metropolitan Museum of Art, el Museum of Modern Art o el Andy Warhol Museum, junto a
obras de las colecciones Thyssen. A ellas se suman las creaciones de Robert Rauschenberg,
Mark Rothko, Sol LeWitt, Cy Twombly y un grupo de artistas imprescindibles en la escena estadounidense:
Lee Krasner, Audrey Flack, Anne Ryan, Marisol, Perle Fine, Hedda Sterne y Helen
Frankenthaler. Todas estas voces dialogan entre sí para mostrar que la frontera entre unos y
otros es mucho más permeable de lo que solemos imaginar.
Bienvenida
Estrella de Diego, comisaria de la exposición, escribe un ensayo en el catálogo haciendo un recorrido
por la historia del arte de una manera insólita: fijándose en los zapatos representados
en algunas de las obras más emblemáticas de la historia de la pintura occidental. Para ella, los
zapatos en los que detiene su mirada son casi una declaración de intenciones, una autobiografía
silenciosa. Desde los delicados calzados del pintor del Renacimiento flamenco Jan van Eyck
hasta las botas gastadas de Van Gogh, este detalle aparentemente secundario se convierte en
una puerta para comprender las inquietudes de cada artista y el sentido que el arte ha tenido en
cada periodo histórico.
A partir del documental de 1951 dirigido por Hans Namuth y Paul Falkenberg sobre el trabajo de
Jackson Pollock, en el que aparece su calzado un instante, asociamos al artista con unas botas
sucias cubiertas de gotas de pintura. En el caso de Warhol, las ilustraciones de zapatos que realizó
al principio de su carrera, zapatos elegantes, finos y de tacón, se encuentran aparentemente
muy distanciados de los de Pollock.
Esta guía se suma a la propuesta de la comisaria y te invita a calzar los zapatos de los artistas
para «dar un paseo» con ellos. Ponerse en los zapatos de otro es una forma de imaginar su vida,
de intentar comprender su mirada. Te invitamos a moverte entre ambos artistas.